Dicen que el 2012 será un año marcado por la catástrofe, que sobrevendrá el fin del mundo según no se sabe cuántas profecías… Palabras fuertes que suenan y encuentran ecos remotos en la urdimbre íntima de nuestros miedos más ancestrales.
Y es que nos cuesta remontar la vista, el espíritu, la vida misma de cada día ante los problemas que nos acosan y nos aplastan contra el duro suelo de esta realidad, de este mundo sin sentido, obstinado en expulsar a Dios, ese Dios-con-nosotros hecho amor.