Tratamiento del error y prejuicios

Los errores forman parte del proceso de aprendizaje de una lengua. Es normal, y además inevitable, equivocarse. Es a partir de estos “fallos” y de su corrección cuando se va aprendiendo. La equivocación no se debe tratar de manera negativa o recriminatoria, ya que, provoca la inhibición del alumnado. Siempre hay que entender los errores como parte del camino que sus hijos tienen que recorrer a la hora de aprender un nuevo idioma.

Las correcciones las debemos interpretar de manera positiva y no darle más importancia de la debida. Tampoco es conveniente estar permanentemente corrigiendo, sobre todo a nivel de pronunciación, ya que, rompemos la inercia que el niño tiene para expresarse. Son necesarios muchos años de “audición” para que el niño se exprese oralmente con corrección. Lo más adecuado es hacer rectificaciones en su justa medida y sin alarmarnos; así es como lo hacemos cuando nuestros hijos están aprendiendo a hablar.

No podríamos considerar errores propios del proceso, si su hijo/a escribiera los colores o los números del 1 al 10 mal en 6º de Primaria, pero no es de extrañar que esto ocurra en 1º de Primaria. Por otro lado, pensar que su hijo/a “no sabe nada” porque no habla nada o muy poco, es algo que no se corresponde con la realidad. Están en una fase de asimilación de contenidos previa a la fase de producción (Periodo del Silencio). Saben mucho más de lo que demuestran porque el trabajo de comprensión es previo al de expresión.

Una vez tengan la seguridad y confianza suficiente para poner en práctica el uso de lo que están procesando, ya irán “soltando”, poco a poco, palabras, grupos de palabras, frases sencillas o fórmulas y rutinas que les son familiares; y que han tenido que escuchar previamente muchísimas veces para hacerlas habituales en su mente. Por eso, mientras más “machaquemos” y repitamos sobre lo mismo, mejores resultados obtendremos. Es un trabajo concienzudo y agotador que requiere un gran esfuerzo por parte de todos.