Imitación del proceso de adquisición de la Lengua Materna
La adquisición de la lengua materna se produce en un contexto de “inmersión total” en esta lengua y tras varios años de uso natural y continuado de la misma. El resultado es que sobre los cinco años de edad el niño tiene prácticamente un dominio casi total de su lengua nativa a nivel oral.
La lengua de nacimiento no se presenta escrita, sino de manera auditiva (la están escuchando desde que nacen). Tampoco se les muestra reducida, por ejemplo, suprimiéndole tiempos verbales, expresiones, o vocabulario, sino que se presenta de manera natural y en todos los contextos reales de comunicación, como la familia, la guardería, el colegio, los amigos, la calle, los libros, la televisión, etc. Tampoco se aprende de manera sistemática, es decir, atendiendo a aspectos gramaticales, morfosintácticos o proporcionando explicaciones de cómo funciona el idioma, que los niños no entenderían por su falta de madurez cognitiva y dominio de conocimientos lingüísticos a estos niveles.
Por tanto, todo está centrado en el uso de la lengua en diferentes situaciones y contextos naturales, y con unas necesidades reales de comunicación. La palabra comunicación entendida como escuchar mucho primero, para poder hablar después. Por tanto, el proceso de adquisición de la lengua materna (LM o L1) se inicia a través de la audición, la repetición inexacta de lo escuchado y posteriormente la reproducción del bagaje lingüístico que se haya hecho habitual en la mente de los niños durante sus primeros años de vida. No habrá reproducción hasta que el aprendiz haya interiorizado mínimamente en su cerebro el idioma o parte de él.
A partir de los tres años de edad se inicia el lento proceso de la lectoescritura, simultáneo a la adquisición de nuevo vocabulario y mayor dominio de las destrezas orales. Así pues, esta es la base de partida para entender por qué una lengua extranjera se debe empezar a aprender a través del oído. Se produce una asociación permanente entre lo que se está escuchando y las imágenes, gestos o acciones que lo acompañan. Por otro lado, el contexto en el que se realiza la comunicación es fundamental, ya que, los significados son mucho más deducibles, si nos valemos del entorno del niño o la propia experiencia que éste tiene de su lengua materna.